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Simón Pedro

Saint Peter A33446

Datos personales
Nacimiento Finales del siglo I a. C.
Betsaida
Fallecimiento c. 67
Roma
Familia
Padres Jonás
Características
Ocupación Apostol
Papa
Nacionalidad Israelita
Religión Cristianismo
Raza Semita

Simón Pedro fue uno de los discípulos más destacados de Jesús. Su nombre de nacimiento era Simón bar Joná y era pescador de oficio en el mar de Galilea. Por su seguimiento de Jesús de Nazaret, se constituyó en el apóstol más conocido y citado del Nuevo Testamento en general y de los cuatro Evangelios canónicos y los Hechos de los Apóstoles en particular, que lo presentan bajo muy variados aspectos. También es citado por Pablo de Tarso en sus epístolas, incluyendo la Epístola a los Gálatas donde lo refiere como una de las tres columnas de la Iglesia de Jerusalén (Gál 2:9 ).

Nombre[]

Todos los evangelios mencionan el nombre de Simón; Jesús se dirige a él siempre así, salvo con una excepción (Lc 22, 34): «Pero él dijo: "Te digo, Pedro: No cantará hoy el gallo antes que hayas negado tres veces que me conoces"». Cabe resaltar que se menciona a Pedro (Petro-πέτρος) como la masculinización del griego πέτρα (petra), es decir "roca", cambiando apenas su terminación pero manteniendo la raíz de la palabra; nunca realizan la traducción a lithos (λίος), que vendría a señalar una piedra del camino y con lo cual podría interpretarse que sería una piedra pequeña. Por otra parte, Pablo de Tarso siempre llamó a Pedro con el nombre de "Cefas", de la misma manera que lo hizo Jesús. Esta palabra hebrea helenizada del arameo, no era un nombre propio, pero Pablo se lo asigna como tal. La palabra en arameo "Cefas" significa 'roca'.

Mientras que las palabras Petro y Petra varían en significado en el griego Ático, en el griego Koiné tienen el mismo significado. En el griego ático, Petro significa 'piedra' (una piedra que se puede arrojar), y Petra significa 'roca' (una roca inamovible), aunque es necesario señalar que el Evangelio de Mateo no fue escrito en griego ático sino en griego Koiné, en el cual no existe ninguna distinción entre Petro y Petra donde ambos significan 'roca' (una roca inamovible).

En cualquier caso, la distinción entre Petro y Petra, es irrelevante considerando que la frase de Mateo 16:18 podría haber sido dicha por Jesús en su idioma nativo el Arameo, y la palabra para ambas habría sido 'Cefas', que aplica para 'Petro' y 'Petra', que significa roca. Un ejemplo de esto, es el texto Peshitta y el texto Diatéssaron que usan la palabra "Cefas" para "Petro" y "Petra".

Biografía[]

Origen[]

El Greco - Saint Peter - WGA10621
San Pedro, pintura de El Greco.

Conocemos la vida de Pedro por los datos que de él recoge el Nuevo Testamento, más algunos documentos de Clemente de Alejandría y Clemente Romano; este último fue obispo de Roma a finales del siglo I, y con bastante probabilidad le conoció en persona.

De acuerdo con la narración evangélica, Pedro era un pescador judío de Galilea. Su lugar de nacimiento fue Betsaida (Jn 1:42-44 ), un pueblo junto al Lago de Genesaret, de cuya ubicación no hay certeza, aunque generalmente se busca en el extremo norte del lago. Ejercía el oficio de pescador junto a su hermano Andrés, quien también fue apóstol.

Casi todas las tradiciones e informaciones que tenemos de él son a partir de la llamada de Jesús; muy poca información tenemos de su vida anterior. Su padre es mencionado por su nombre en Mateo 16:17: Jesús le habla como «Simón, hijo de Jonás».

Simón se estableció en Cafarnaúm, donde vivía con su suegra en su propia casa (Mt 8:14;Mc 1:29-31;Lc 4:38 ) al tiempo de comenzar el ministerio público de Cristo (alrededor del 26-28 d. C.). Por ende, Simón era casado y según Clemente de Alejandría tenía hijos. El texto apócrifo Hechos de Pedro menciona que había tenido, exactamente, una hija. También gracias al autor Clemente de Alejandría nos llega la información de que la esposa de Pedro sufrió el martirio. Así pues, estas son las pocas referencias que tenemos de Simón Pedro antes de conocer a Jesús de Nazaret.

La llamada de Jesús[]

Pedro fue incorporado como discípulo al principio del ministerio de Jesús. Los evangelistas sinópticos (Marcos, Mateo y Lucas) describen su entrada de manera diferente a como lo hace Juan.

Aquí se ven las diferencias entre ambos:

"Caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dice: «Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres.» Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron. (Mt 4:18-20)

Encontró primero a su hermano Simón y le dijo:

"Hemos encontrado al Mesías. Y se lo presentó a Jesús. Jesús miró fijamente a Simón y le dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás, pero te llamarás Cefas (que quiere decir Pedro). (Jn 1:41-42)

Según el testimonio de Juan, fue su hermano Andrés quien lo introdujo al grupo, tras encontrarse ambos entre los seguidores de Juan el Bautista. La narración de los sinópticos da otro punto de vista, como se aprecia en los ejemplos, narrando la historia de que al ver a ambos recoger las redes, Jesús les invitó a hacerse «pescadores de hombres» (Mt 4:18-22, Mc 1:16-20, Lc 5:1-10) y fue Simón el primero en reconocer a Jesús como el Hijo de Dios, y no su hermano Andrés.

Posición entre los Apóstoles[]

Entrega de las llaves a San Pedro (Perugino)
Cristo entrega a Pedro las llaves del Reino de los Cielos (Fresco de la Capilla Sixtina, 1480-1482).

Simón podría decirse que fue el que negó a Jesús, su discípulo más allegado, y esto, se nota en los evangelios. Existen muchos pasajes donde vemos a Simón muy cerca de Jesús, por ejemplo:

  • Fue uno de los tres discípulos íntimos que, junto con Santiago y Juan fueron testigos de la transfiguración de Jesús, de la resurrección de la hija de Jairo y de la agonía de Jesús en el huerto de Getsemaní.
  • Es mencionado primero entre los Doce Apóstoles en los evangelios y en el libro de Hechos de los Apóstoles.
  • En varias ocasiones Pedro habla en nombre de los demás apóstoles.
  • Jesús con frecuencia se refiere especialmente a Pedro.
  • Pablo habla de Pedro destacando su lugar preeminente entre los miembros de la Iglesia primitiva: «Como lo hacen los demás apóstoles, los hermanos del Señor y el mismo Cefas» (1 Corintios 9:5)
  • Pedro es considerado junto con Santiago y Juan como columnas de la Iglesia. (Gál 2:9).
  • Fue el primero en reconocer a Jesús como el Mesías esperado. «Y él les preguntaba: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?". Pedro le contestó: "Tú eres el Cristo"».
  • Los evangelios recogen también la profecía de Jesús anunciando la traición de Pedro quien lo negaría tres veces consecutivas por miedo a ser reconocido como seguidor de Jesús. Aún cuando la noche de la Última Cena, Pedro juró no apartarse de Jesús, al ser interrogado, negó tres veces conocerlo antes del canto del gallo, es decir, antes de que la noche acabase, cumpliéndose así la profecía del Mesías. (Mt 26:69-75, Mc 14:66-72, Lc 22:54-62, Jn 18:25-27).
  • En el mismo pasaje, en la cena del Señor: «Jesús le dijo: "Y tú, después de que hayas vuelto, fortalece a tus hermanos"» (Lc 22:32). En esta tarea encomendada por Jesús a Pedro de fortalecer y servir de apoyo a sus hermanos después de la muerte, ha visto la Iglesia Católica otro fundamento para sostener el primado de Pedro sobre los demás apóstoles.
  • Tras la resurrección, sólo a Pedro se le apareció de entre los demás apóstoles en el primer día de la Resurrección, posteriormente Jesús se aparecería a Pedro y el resto de los apóstoles.
  • Según lo relata Juan (21:15-17), Jesús resucitado se aparece otra vez, ahora ante siete de sus discípulos y dirigiéndose a Pedro le hace reafirmar tres veces su amor por Él, encargándole la tarea de ser pastor de sus ovejas y apacentar sus corderos. En este episodio también se basa la Iglesia Católica para sustentar su creencia de que san Pedro fue el primer papa.

Tras la muerte de Jesús[]

Tras la muerte de Jesús, la figura de Pedro es menos precisa. Si bien, varios de los evangelios, tanto canónicos como apócrifos, dejan entrever que había tenido un vínculo especial con Jesús. En Lucas 24:34 se narra una comunicación especial del resucitado a Pedro, por ejemplo. El Evangelio de Mateo no vuelve a nombrar a Pedro tras haber este negado conocer a Jesús. El autor de Hechos de los Apóstoles, sin embargo, presenta a Pedro como una figura crucial de las comunidades paleocristianas; es él quien preside la selección para la sustitución de Judas Iscariote (Hch 1:15-26), él quien toma la palabra y se dirige a la multitud el día de Pentecostés (Hch 2:14-41), él quien castiga la mentira de Ananías y Safira a los Apóstoles (Hch 5:1-11), él quien es examinado públicamente por el Sanedrín junto con Juan (Hch 4:7-22, Hch 5:18-42).

Es el primer apóstol que obra un milagro público: tras invocar el nombre de Jesús, los cristianos afirman que cura milagrosamente a un hombre a las puertas del templo de Jerusalén (Hch 3:1-10). En otra oportunidad, la Biblia afirma que resucita a una mujer (Hch 9:36-43 ). Se reafirma juez en el caso de Simón el Mago, quien pretende comprar el poder de invocar al Espíritu Santo (Hch 8:14-25). Emprende misiones a Lida, Jope (Hch 9:18-42) y Cesarea (Hch 10:1-33).

De acuerdo con Hechos de los Apóstoles, Pedro y Juan fueron enviados de Jerusalén a Samaria (Hch 8:14) para invocar al Espíritu Santo que descendiera sobre los fieles de aquella región. Posteriormente, Pablo de Tarso, luego de su conversión y de tres años de residencia en Arabia y Damasco, fue a Jerusalén a conocer a Pedro, con quien estuvo quince días (Gál 1:17-18).

Aproximadamente en el 42-44 d. C. Pedro, quien se hallaba en Jerusalén, fue encarcelado por el rey Herodes Agripa I, pero fue liberado por un ángel. Después de su liberación milagrosa, Pedro saldría de Jerusalén para marcharse a "otro lugar" (Hch 12:1-18 ). Tiene una intervención destacada en el Concilio de Jerusalén (50-51 d. C.), cuando Pablo sostiene que el mensaje de Jesús debe extenderse también a los gentiles (pueblo no judío) (Hch 15:1-11).

En todos estos ejemplos, en los que la figura de Simón Pedro se destaca por encima del resto de los apóstoles, ha visto la Iglesia Católica una confirmación de la enseñanza de que él ejercía el primado sobre ellos. La prédica de Pedro, sin embargo, estuvo por lo general en los primeros años limitada al pueblo judío a diferencia de Pablo que predicaba a los «gentiles», aunque fue Pedro quien bautizó al primer cristiano no judío de nombre Cornelio y a su familia, en Cesarea, debido a una visión tenida en Jope (Hch 10:1-33 ).

Más tarde, según la tradición católica, se trasladaría a Roma. El autor de los Hechos, sin embargo, se centra luego en las obras de Pablo de Tarso, por lo que de los años posteriores es mucho lo que se ignora.

Camino a Roma[]

De acuerdo con la epístola a los Gálatas, Pedro se trasladó a Antioquía, donde Pablo lo encontró más tarde (Gál 2:11). Según los escritos de Orígenes y de Eusebio de Cesarea en su Historia Eclesiástica (III, 36) Pedro habría sido el fundador de la Iglesia de Antioquía, "después de haber fundado la iglesia de Antioquía, fue a Roma a predicar el Evangelio, y él también, después de [presidir] la iglesia en Antioquía, presidió la de Roma hasta su muerte." Después de presidir la iglesia de Antioquía por un tiempo, Pedro habría sido sucedido por Evodio de Antioquía, y después por Ignacio de Antioquía.

La primera epístola a los Corintios deja entrever que Pedro quizá visitó la ciudad de Corinto, ubicada en Grecia, durante sus misiones. (1Co 1:12) Pedro se habría trasladado a Roma mientras Pablo se quedaba en Jerusalén. Allí habría participado en grupos de cristianos ya establecidos en Roma, sin embargo no hay evidencia en los relatos evangélicos.

En Roma[]

Según la Tradición, Pedro y Pablo habrían sido los fundadores de la Iglesia en Roma y habrían elegido a Lino como sucesor, de acuerdo con Ireneo de Lyon en su libro Contra las Herejías (III, 3:2-3). Eusebio de Cesárea relata que cuando Pedro le hace frente a Simón el Mago (mencionado en Hechos 8) en Judea, Simón huye a Roma donde los romanos le consideraron como un dios. De acuerdo con Eusebio, su suerte no duró mucho, ya que Dios envió a Roma a Pedro y Simón quedó apagado y destruido. (Historia Eclesiástica II,14-15)

El texto de 1 Pedro 5:13, que envía saludos desde «la Iglesia que está en Babilonia» ha sido entendido por algunos en sentido figurativo, como señal de que Pedro escribía desde Roma por el hecho que la antigua Babilonia sobre el Éufrates estaba en ruinas y el término «Babilonia» habría sido usado por la antigua comunidad cristiana para referirse a la Roma de los emperadores (Ap 17:5). Muchos estudiosos de la Biblia creen que "Babilonia" es una metáfora del imperio romano pagano en el momento en que persiguía a los cristianos, antes del Edicto de Milán en el año 313: quizá específicamente referenciando algún aspecto de la dominación de Roma (la brutalidad, la codicia, el paganismo). En 4 Esdras, 2 Baruc y en los Oráculos Sibilinos, "Babilonia" es un nombre críptico para Roma. Reinhard Feldmeier especula que "Babilonia" se utiliza para referirse a Roma en 1 Pedro 5:13. En Apocalipsis 17:9 se dice que ella se sienta en "siete montes", normalmente entendido como las siete colinas de Roma. Una moneda romana acuñada bajo el emperador Vespasiano (70 d. C.) representa a Roma como una mujer sentada sobre siete colinas. Por otra parte, Eusebio de Cesarea declara que:

Clemente de Alejandría en el sexto libro del Hypotyposeis cita la historia, y el obispo de Hierápolis llamado Papías se le une a él en testificar que Pedro menciona a Marcos en la primera epístola, que dicen ellos compuso en Roma, y ​​él mismo lo indica, cuando él llama a la ciudad,figurativamente, Babilonia, como él lo hace en las siguientes palabras: "La iglesia que está en Babilonia, elegida juntamente con vosotros, y Marcos mi hijo, os saludan." (1 Pedro 5:13).

No obstante, otros estudiosos alegan que no había razón alguna para utilizar términos crípticos para referirse a Roma en un simple saludo y suponen que «Babilonia» se refería efectivamente a una comunidad cristiana asentada en las ruinas de la antigua Babilonia sobre el Éufrates, por lo demás, densamente habitada.

Muerte de Pedro[]

Crucifixion of Saint Peter-Caravaggio (c.1600)
La Crucifixión de Pedro, de Caravaggio, lo representa con la cabeza hacia abajo, de acuerdo con la tradición.

La tradición católica narra que Pedro acabó sus días en Roma, donde fue obispo, y que allí murió martirizado bajo el mandato de Nerón en el Circo de la colina vaticana, sepultado a poca distancia del lugar de su martirio y que a principios del siglo IV el emperador Constantino I el Grande mandó construir la gran basílica.

Clemente Romano, en su Carta a los Corintios (80–98 d. C.), habla del martirio de Pedro en los siguientes términos:

Más dejemos los ejemplos antiguos y vengamos a los luchadores que han vivido más próximos a nosotros: tomemos los nobles ejemplos de nuestra generación. Por emulación y envidia fueron perseguidos los que eran máximas y justísimas columnas de la Iglesia y sostuvieron combate hasta la muerte. Pongamos ante nuestros ojos a los santos apóstoles. A Pedro, quien, por inicua emulación, hubo de soportar no uno ni dos, sino muchos más trabajos. Y después de dar así su testimonio, marchó al lugar de gloria que le era debido.

Lactancio nos relata en su obra Sobre la muerte de los perseguidores (318 d. C.) lo siguiente:

Y mientras Nerón reinaba (54-68), el Apóstol Pedro vino a Roma, y, a través del poder de Dios que le encomendó a el, obró ciertos milagros, y, convirtió a muchos a la verdadera religión, construyendo un templo fiel y firme para el Señor. Cuando Nerón oyó hablar de esas cosas, y observó que no sólo en Roma, sino en cualquier otro lugar, una gran multitud se rebelaban todos los días contra la adoración de ídolos, y, condenando sus viejas costumbres, se acercaban a la nueva religión, él, un despreciable y perverso tirano, se apuró para arrasar el templo celestial y destruir la verdadera fe. Él fue el primero en perseguir a los siervos de Dios. Él crucificó a Pedro y él mató a Pablo.

El evangelio de Juan sugiere, en su característico estilo alegórico, que Pedro fue crucificado (Jn 21:18-19). Algunos retrasan la redacción de este Evangelio hasta el siglo II, por lo que consideran su testimonio de menor relevancia. Pedro de Alejandría, que fue obispo de esa ciudad y falleció en torno a 311, escribió una epístola de nombre sobre la Penitencia, en el que dice: «Pedro, el primero de los apóstoles, habiendo sido apresado a menudo y arrojado a la prisión y tratado con ignominia, fue finalmente crucificado en Roma». Orígenes en su Comentario al libro del Génesis III, citado por Eusebio de Cesarea en su Historia Eclesiástica (III, 1), dice que Pedro pidió ser crucificado cabeza abajo por no considerarse digno de morir del mismo modo que Jesús. Lo mismo relata Jerónimo de Estridón en su obra Varones Ilustres (De Viris Illustribus).

Flavio Josefo relata que la práctica de crucificar criminales en posiciones distintas era común entre los soldados romanos. El historiador religioso de la antigüedad, Eusebio, informa que Pedro «fue crucificado con la cabeza hacia abajo, habiendo él mismo pedido sufrir así». Sin embargo, la profecía de Jesús acerca de la muerte de Pedro no fue tan específica.

El libro A Catholic Commentary on Holy Scripture admite lo siguiente: «Puesto que se coloca la extensión de las manos antes de ser ceñido y llevado, es difícil discernir cómo debe concebirse. Si el orden es parte de la profecía, debemos suponer que el prisionero fue atado al patíbulum antes de ser ceñido y llevado a la ejecución».

Búsqueda de sus restos[]

Cayo, presbítero de Roma, en su Discusión contra Proclo (198), conservado en parte por Eusebio, relata lo siguiente de los lugares en los que se depositaron los restos de los apóstoles Pedro y Pablo:

Yo puedo mostrarte los trofeos de los Apóstoles; si quieres ir al Vaticano o a la Vía Ostiense, encontrarás los trofeos de los fundadores de esta Iglesia. (Cayo, recogido por Eusebio de Cesarea, Historia Eclesiástica II, 25:7)

De acuerdo con san Jerónimo, en su obra De Viris Illustribus (392 d. C.), "Pedro fue enterrado en Roma, en el Vaticano, cerca del camino triunfal donde es venerado por todo el mundo." En 1939 el Papa Pío XII ordenó la excavación en los subterráneos del Vaticano para tratar de hallar una respuesta a la tradición que en aquel tiempo se ponía en duda ante el desmentido de otras tradiciones: que el Vaticano era la auténtica tumba del apóstol Pedro. Las excavaciones duraron hasta 1949.

Se encontró una necrópolis que se extendía de oeste a este en paralelo al Circo de Nerón. La necrópolis estaba inundada de tierra, posiblemente por ser la base de la basílica primigenia. Se encontraron cinco monumentos, el más antiguo databa del siglo II. Se incluía una parte de un edificio adosado a un muro revocado en rojo que servía de fondo para el más antiguo de los monumentos. En una pared lateral que cerraba este pequeño monumento por su parte norte (el así llamado Muro G) se encontraron unas inscripciones que datan de antes de Constantino, muestra de la devoción de los fieles. Una de las inscripciones señalaba «ΠΕΤΡ ΕΝΙ», inscripción incompleta, en griego, que podría significar ‘Pedro está aquí’ o ‘Pedro esté en paz’. Debajo del monumento se encontraba una tumba a nivel del suelo cubierta con unas tejas. La tumba estaba vacía, pero alrededor de ella se agolpaban decenas de otras humildes tumbas. Estas a veces incluso se superponían, o cortaban tumbas anteriores, pero no tocaban la primera de ellas, la que estaba en el centro.

Por la evidencia dada, Pío XII suspendió las excavaciones y anunció que se había encontrado la tumba de Pedro. Margherita Guarducci, arqueóloga, prosiguió las investigaciones en 1952. Estudió y descifró el famoso muro de las inscripciones (Muro G) y descubrió el uso de una criptografía de tinte místico: el uso repetitivo de las letras Π, ΠΕ y ΠΕΤ como abreviatura del nombre de Pedro, aunque normalmente era vinculado al nombre de Cristo. Asimismo hay aclamaciones a Cristo, María, Pedro, a Cristo como segunda persona de la trinidad y a la trinidad. Años después la misma Margherita Guarducci, pidió analizar unos huesos que habían sido encontrados en un nicho del Muro G, justamente tras la citada inscripción ΠΕΤΡ ΕΝΙ.

El antropólogo Venerando Correnti los estudió y señaló que había huesos humanos y de ratón, un ratón que debió de haber quedado atrapado tiempo después de producido el entierro. Los huesos humanos presentaban las siguientes características: Tenían adherida tierra, mientras que los huesos de ratón estaban limpios. Se analizó la tierra adherida a los huesos humanos y es la misma tierra de la tumba abierta y que fue encontrada vacía, identificada por Pío XII como la de Pedro, las tumbas colindantes tenían otra clase de tierra. Los huesos están coloreados de rojo por haber estado envueltos en un paño de púrpura y oro. Hay hilos de oro y de la tela incluso adheridos a algunos huesos. Debían de ser huesos de una persona muy venerada, pues los envolvieron en un rico paño de púrpura y oro, para guardarlos en ese nicho.

Parece que estos huesos fueron retirados de la tumba de tierra y guardados para protegerlos de la humedad del terreno. Este nicho ha permanecido intacto desde Constantino hasta hoy. Los huesos humanos son de la misma persona: varón, de complexión robusta, que murió a una edad avanzada y vivió en el siglo I. A partir de estos datos la arqueóloga elaboró la siguiente teoría: cuando Constantino quiso hacer la basílica, los huesos fueron desenterrados y envueltos en un manto de púrpura y oro y depositados en el nicho donde debían de haber estado, pero durante las excavaciones los obreros usaron el martinete para derribar muros y, deseando llegar rápidamente a la tumba, provocaron un derrumbe sobre los restos. Todo mezclado tomó la apariencia de desechos.

Monseñor Kaas, jefe de la Fábrica de San Pedro, guardó todo resto humano que se encontraba y los restos estuvieron así guardados diez años sin conocerse su procedencia. En 1964 las investigaciones de Guarducci terminaron y un año después se publicó su libro Reliquie di Pietro sotto la Confessione della Basílica Vaticana (‘las reliquias de Pedro bajo la confesión de la Basílica Vaticana’), libro muy discutido por una parte de la comunidad científica. En 1968 Pablo VI anunció que, según los estudios científicos realizados, había la suficiente certeza de que se habían encontrado los restos del apóstol. En su revisión del tema, Edgar R. Smothers escribió: «Una reserva prudente se interpondría en el camino de un juicio categórico de autenticidad. Sin embargo, existe una seria probabilidad positiva de que éstos sean los huesos de san Pedro».[1]

Primacía de Pedro[]

Según la creencia católica, Simón Pedro fue distinguido por Jesús para mantener el primer lugar de honor y autoridad. También en la creencia católica, Pedro fue el primer obispo de Roma. Por otra parte, consideran que todos los obispos de Roma son sucesores de Pedro y el legítimo superior de todos los demás obispos.

El reconocimiento de la Iglesia Católica de Pedro como cabeza de su iglesia en la tierra, con Cristo siendo su celestial cabeza, se basa en su interpretación de dos pasajes de los evangelios canónicos del Nuevo Testamento; sí como la tradición sagrada. El primer pasaje es Juan 21: 15-17 y el segundo pasaje es Mateo 16:18.[2]

Escritos atribuidos a Pedro[]

Entre los escritos del Nuevo Testamento, se considera habitualmente que el evangelio de Marcos recoge las enseñanzas de Pedro por parte del mismo Marcos el Evangelista, si bien esta no es una opinión unánime. Clemente de Alejandría en los fragmentos de su obra Hypotyposeis conservados y citados por el historiador Eusebio de Cesárea en su obra Historia Eclesiástica (III, 14:6) escribe que el apóstol Pedro predicó en Roma mientras Marcos recogía su predicación en lo que luego sería el Evangelio de Marcos.

Epístolas de Pedro[]

Además, dos epístolas se atribuyen tradicionalmente a Pedro. Sin embargo, los originales griegos son muy superiores en su redacción a lo esperable en un rústico pescador cuyo primer idioma era el arameo y que no habría estudiado griego ni retórica (Hch 4:13 ). La explicación tradicional es que, al menos la primera de las epístolas fue redactada por un amanuense que, si no recogió directamente de boca de Pedro sus opiniones, lo conocía lo suficientemente bien como para hablar en su nombre.

Jerónimo explica:

Las dos epístolas atribuidas a San Pedro difieren en estilo, carácter, y en la construcción de las palabras, lo que demuestra que de acuerdo a las exigencias del momento San Pedro hizo uso de diferentes intérpretes. (Epístola 120 a Hedibia)

Sin embargo, la autoría de Pedro de la segunda epístola está muy discutida. El comentario de la Biblia de Jerusalén dice que «muchos críticos modernos se niegan por su parte a atribuirla a san Pedro, y es difícil acusarles de estar equivocados». De acuerdo con los estudios de Raymond E. Brown, su texto era desconocido en Occidente hasta alrededor del año 350 y luego fue rechazada por muchos cristianos.

En Oriente su aceptación llegó aún más tarde, en el siglo VI en algunos casos. En cualquier caso, la primera mención del texto es una referencia a Orígenes recogida por Eusebio de Cesarea alrededor de 250. Jerónimo dice que "Pedro escribió dos epístolas las cuáles son llamadas Católicas, la segunda de las cuales, a causa de su diferencia con la primera en estilo, es considerada por muchos no ser de él" (De Viris Illustribus 1) Pero él mismo recibió la epístola, y explicó la diferencia en el estilo, el carácter y la estructura de las palabras por el supuesto de que Pedro usó diferentes intérpretes en la composición de las dos epístolas; y desde su momento en adelante la epístola fue considerada generalmente como parte del Nuevo Testamento.

Numerosos autores han señalado que el estilo es muy similar al de una carta apócrifa antiguamente atribuida a Clemente Romano (la segunda epístola de Clemente), por lo que es posible que su autor fuese el mismo. Razones argumentales han demostrado que su redactor conocía la Epístola de Judas.

Obras apócrifas[]

Otras obras apócrifas han circulado con la pretensión de recoger las palabras o los hechos de Pedro. Desde la antigüedad, sin embargo, se ha cuestionado su autenticidad. Estas incluyen:

  • El Evangelio de Pedro
  • Los Hechos de Pedro
  • Los Hechos de Pedro y Pablo
  • Una Carta de Pedro a Felipe, conservada en la biblioteca Nag Hammadi
  • El Apocalipsis gnóstico de Pedro, conservada en la biblioteca Nag Hammadi
  • Los Hechos de Pedro y los doce Apóstoles, conservada en la biblioteca Nag Hammadi
  • Un Apocalipsis de Pedro, que fue considerado auténtico hasta entrado el siglo IV
  • La Epistola Petri, una carta que consta al inicio de algunas versiones de las obras de Clemente de Alejandría

Iconografía[]

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Símbolos tradicionales de Pedro, las llaves y el gallo.

Los símbolos tradicionales de Pedro son las llaves y el gallo. Por ser considerados herederos de la llamada «profesión petrina», los papas de la Iglesia Católica Romana llevan un anillo con la imagen del santo echando las redes al mar, llamado Anillo del Pescador.

En el pasaje de Mateo 16:13-19 de acuerdo a la interpretación patrística, Jesús habría nombrado ‘piedra’ o ‘roca’ a Pedro cuando reconoció a Cristo como «el Hijo del Dios vivo», es decir, Dios y Señor. El evangelista añade que el Apóstol recibiría «las llaves del Reino de los Cielos». Este es el fundamento de la representación habitual de Pedro en la iconografía como portador de un par de llaves, como suele verse en las imágenes de Pedro el Apóstol como fundador de la sede de Antioquía. Los mismos elementos también están presentes en la heráldica vaticana, por cuanto los papas se consideran los sucesores de Simón Pedro.

La tradición de la Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa reconoce como primer obispo de Roma a Lino, designado por el Apóstol Pablo primer fundador y misionero de la primitiva comunidad cristiana de Roma, en tanto que reserva para el apóstol Pedro el título de Corifeo (‘director del coro’) de los apóstoles.

La representación convencional de Pedro lo presenta ya anciano, portando las llaves (Llaves del Cielo). Entre sus atributos se cuentan también la barca (por su profesión), el libro y el gallo (por su negación). Ocasionalmente se lo reviste de los atributos de un obispo o de un papa, si bien las tradiciones relativas a estos no se fijaron hasta mucho más tarde. Las escenas de su martirio lo presentan por lo general cabeza abajo.[3]

¿Quo vadis,Domine?[]

Los Hechos de Pedro también se piensa que es el origen tradicional de la famosa frase: "Quo vadis, Domine?"[4]. Según la historia, Pedro,huyendo de Roma para evitar la ejecución, le hizo esta pregunta a Jesús que iba a Roma para ser crucificado de nuevo. Al oír esto, Pedro decidió regresar a la ciudad a aceptar el martirio.

La Iglesia de Quo Vadis, cerca de las Catacumbas de San Calixto, contiene una piedra en la que aparece las huellas de Jesús de este evento, aunque esto era aparentemente un exvoto de un peregrino, y, de hecho, una copia del original, ubicado en la Basílica de San Sebastián.[5]

Referencias[]

  1. Simón Pedro
  2. Saint Peter
  3. Simón Pedro
  4. "¿Pou Hupageis, Kurie?",que significa, "¿A dónde vas,Maestro?".
  5. Saint Peter

 

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