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Ciseri, Antonio - Das Martyrium der sieben Makkabäer - 1863

Los Siete Hermanos Macabeos son los siete santos mártires que murieron en Antioquía de Siria junto a su madre durante el reinado de Antioco Epifanes, por su invencible fidelidad en el cumplimiento de la Ley del Señor.

Historia[]

Siete hermanos israelitas fueron apresados, junto con su madre, y eran forzados por el rey a que renegaran de la santa religión verdadera. Fueron flagelados con azotes y fuetes de cuero, para que hicieran lo que la santa religión prohibe. Uno de ellos, en nombre de todos, dijo al tirano que pretendía alejarlos de la religión de sus padres estaban dispuestos a morir, antes que desobedecer las leyes que Dios les dio a sus antepasados.

El rey lleno de rabia, mandó prender fuego debajo de sartenes y calderas, e hizo echar allí la lengua del que había hablado en nombre de los demás. Hizo que le arrancaran toda la piel de la cabeza, y que le cortaran las manos y los pies, en presencia de sus hermanos y de su madre. Cuando quedó completamente inutilizado, viendo que todavía respiraba, mandó el rey que lo echaran a un sartén que estaba sobre el fuego y allí lo tostaran. Aparte, mientras el humo de la sartén se difundía lejos, los demás hermanos, junto con su madre, se animaban mutuamente a morir con generosidad y alababan a Dios.

Cuando el primero murió, llamaron al segundo, y después de arrancarle la piel de la cabeza y todos sus cabellos, le preguntaron si estaba dispuesto a hacer lo que le prohibe su religión o sería torturado en todo su cuerpo. Entonces lo torturaron del mismo modo que habían hecho con el primero y ntes de que le arrancaran la lengua dijo al rey que el Rey de los cielos los resucitará para la vida eterna a los que mueren por cumplir sus santas leyes.

Luego llamaron al tercero; este presentó la lengua para que la arrancaran y las manos para que se las cortaran. El rey y sus acompañantes estaban admirados y sorprendidos del valor de aquel muchacho que no tenía miedo a tan terribles dolores con tal de cumplir lo que le mandaba su santa religión. Lo maltrataron y asesinaron como a los otros dos.

Hicieron pasar en seguida al cuarto hermano y lo maltrataron con feroces suplicios. Cuando ya estaba agonizante y cerca de su fin, exclamó que es preferible morir a manos de los hombres con tal de conseguir ser resucitado para la vida eterna.

En seguida llevaron al quinto hermano y se pusieron a atormentarlo. Él, mirando al rey le dijo que no crea que Dios ha abandonado a quienes pertenecemos a la verdadera religión y que la santa religión triunfará.

Después de este, trajeron al sexto hermano el cual, cuando estaba a punto de morir a causa de tan terribles tormentos, exclamó que los que combaten contra la religión del verdadero Dios, les esperan males espantosos.

Antíoco se propuso ganarse al más joven de los hermanos y le ofreció regalos y hacerlo rico y concederle altos empleos con tal de que abandonara la religión del Dios de Israel. Viendo que el muchacho no le hacía caso, el rey llamó a la mamá y le pidió que tratara de convencer al joven para que salvara su vida renegando de su religión. En vez de tratar de convencerlo a ser infiel, lo animó a perseverar en su fe. El joven no aceptó la propuesta de rey y declaró el motivo de sus sufrimientos. Al oír tales declaraciones el rey se llenó de furor y mandó que al séptimo y más joven de los hermanos lo atormentaran con mayor crueldad que a los demás.

La madre que vió morir a todos sus hijos en el espacio de un solo día, padecía todo esto con valentía; a cada uno de ellos los animó hablando en su lengua materna y alabó a Dios con su valor y fidelidad. Y después de matarlo al último hijo, el rey hizo asesinar también a la heroica madre.

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