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Libro de Baruc

Bibel-1

Datos básicos
Fecha Siglo III a. C.
Idioma Griego
Abreviatura Ba
Números
Capítulos 6
Versículos 213
Nombre
Más datos
Testamento Antiguo Testamento
Sección Profetas Mayores

El Libro de Baruc es un libro bíblico del Antiguo Testamento, perteneciente al grupo de los Deuterocanónicos y dentro de ellos a los llamados "profetas menores" con base en la escasa extensión del texto. En las biblias católicas se encuentra ubicado entre Lamentaciones y Ezequiel, como parte de los libros proféticos.

Fecha[]

El texto fue escrito en el período Macabeo, pero no pueden establecerse mayores precisiones. Las cartas fueron reunidas en un sólo libro en el año 100 a. C.

Canonicidad[]

Como carecemos del texto original hebreo de Baruc, se lo ha considerado deuterocanónico y se lo ha excluido de las biblias judías y protestante. Para los católicos y ortodoxos, sin embargo, Baruc es inspirado y por lo tanto canónico.

En efecto, este libro sólo aparece en la Vulgata latina y en la versión griega de los LXX. En estas dos biblias, forma con Lamentaciones un apéndice conceptual al Libro de Jeremías.

Origen[]

El libro de Baruc existió primeramente como tres partes separadas e independientes que más tarde fueron reunidas y resultaron en el libro actual. La pieza más antigua (dos poemas, Bar. 3:9-5:9) pertenecen al siglo III a. C. Ya en tiempos de los Macabeos, un último redactor añadió el prólogo y la parte final y atribuyó el todo al profeta Baruc, secretario y amanuense de Jeremías, lo que demuestra la influencia de este último en aquel tiempo y lugar.

La Septuaginta muestra separado el capítulo 6 de Baruc, que se llama "Carta de Jeremías" y en las biblias de ciertas religiones se encuentra como libro separado. La Vulgata, en cambio, la junta con el libro de Baruc y la numera como un capítulo más. La Carta de Jeremías es un discurso apologético contra la idolatría, y desarrolla aún más los conceptos estudiados por Jeremías e Isaías.

Baruc hace una fuerte declaración en contra de la confección, adoración y fe en los ídolos hechos en maderas y revestidos de oro, plata y otros materiales. Esta costumbre la adquirió del pueblo de Babilonia que representaban deidades con imágenes hechas por manos de hombres.

Contenido[]

El libro de Baruc está formado por las siguientes partes:

  1. Inscripción.
  2. Introducción narrativa (1:3-14).
  3. Plegarias (1:15-3:8).
  4. Primer poema (3:9-4:4).
  5. Segundo poema (4:5-5:9).

Las plegarias, de carácter cultural,constituyen el canto de los exiliados. En ellas, el pueblo reconoce la manera espantosa en que ha pecado y solicita a Dios la liberación de sus sufrimientos. El primer poema es de naturaleza didáctica: Israel ha de retornar a Yavé para ser feliz o sucumbir entre daños y lamentos. El segundo está compuesto de cantos de consuelo y lamentación.[1]

En la Biblia católica la Profecía de Baruc consta de seis capítulos, el último de los cuales lleva el título tan especial de Epístola de Jeremías y no pertenece al libro propiamente dicho. La profecía comienza con una introducción histórica (1:1-14), estableciendo primero (v. 1-2) que el libro fue escrito por Baruc en Babilonia cinco años después de que Jerusalén fue quemada por los caldeos, y lo siguiente que cuenta (v. 3-14) es que fue leída en una asamblea del rey Jeconías y otros exiliados babilonios, a los que produjo efectos muy beneficiosos.

La primera sección en el cuerpo del libro (1:15; 3,8) contiene una doble confesión de los pecados que condujeron al exilio (1:15-2:25;2:6-13) junto con una oración para que Dios al fin perdonase a su pueblo (2:14; 3:8). Mientras que la sección siguiente tiene mucho en común con el Libro de Daniel (Dan 9:4-19), la segunda sección de Baruc (3:9;4:4) se asemeja cercanamente a los pasajes de Job 28 y 38. Es un bello panegírico sobre la Sabiduría Divina que no se halla en ningún otro lugar excepto en la Ley dada a Israel. Solamente bajo la apariencia de la Ley ha aparecido la Sabiduría en la tierra y se ha hecho accesible al hombre; dejemos, por lo tanto, que Israel demuestre su fe nuevamente a la Ley.

La última sección del Libro de Baruc se extiende desde 4:5 al 5:9. Se compone de cuatro odas, cada una de las cuales comienza con la expresión, "Ánimo, pueblo mío" y de un salmo estrechamente relacionado con el undécimo de los salmos apócrifos de Salomón (4:36;5:9).

El capítulo 6 tiene como un apéndice a la totalidad del libro La Epístola de Jeremías enviada por ese profeta a "aquellos que iban a ser llevados cautivos a Babilonia" por Nabucodonosor. Por sus pecados serían llevados a Babilonia y permanecerían allí "durante largo tiempo, incluso hasta siete generaciones". En esa ciudad pagana serían testigos del impresionante culto rendido a dioses de oro, plata, piedra y madera, pero que no se debían someterse a ellos. Tales dioses, se argumenta de varias maneras, son impotentes y obras perecederas de la mano del hombre; no pueden hacer bien ni mal; por lo tanto, no son dioses en absoluto.

Es cierto que este sexto capítulo de Baruc es realmente distinto del resto de la obra. No sólo su título especial, la Epístola de Jeremías, sino también su estilo y contenido prueban claramente que es un escrito totalmente independiente de la profecía de Baruc. De nuevo, mientras algunos manuscritos griegos que tienen a Baruc no tienen la epístola, otros, entre los mejores, la tienen separada del libro de Baruc e inmediatamente antes de las Lamentaciones de Jeremías.

El hecho de que el capítulo 6 de Baruc lleve el titulo de Epístola de Jeremías ha sido, y es todavía a los ojos de muchos, una razón decisiva para sostener la opinión tradicional de que el gran profeta es su autor. También se insiste en que la vívida y precisa descripción del espléndido pero infame culto a los dioses babilonios en Baruc 6 aporta a la autoría tradicional, ya que Jer. 13,5.6 probablemente habla de un doble viaje de Jeremías al Éufrates. Finalmente se afirma que un cierto número de hebraísmos se pueden rastrear al punto original hebreo en la misma dirección.

En oposición a este punto de vista tradicional, la mayoría de los críticos contemporáneos argumentan que el estilo griego de Baruc 6, prueba que originalmente no fue escrito en hebreo, sino en griego y que, por consiguiente, Jeremías no es el autor de la epístola que se le atribuye. Por ésta y otras razones sugeridas por el estudio del contenido de Baruc 6, piensan que San Jerónimo estuvo decididamente correcto cuando denominó a este escrito pseudepigrafos, esto es, inscrito bajo un nombre falso. Sea como fuese, un importante estudio del canon de la Sagrada Escritura demuestra que, a pesar de las afirmaciones contrarias de los protestantes, Baruc 6 siempre ha sido reconocido por la Iglesia como una obra inspirada.

Lenguaje[]

Respecto al lenguaje original del libro de Baruc propiamente dicho (caps. 1 - 5), una variedad de opiniones prevalecen entre los estudiosos contemporáneos. Naturalmente suficientes, los que simplemente se adhieren al título que atribuye el libro a Baruc, admiten que toda la obra fue originalmente escrita en hebreo. Por el contrario, muchos de los que cuestionan o rechazan la exactitud del título piensan que esta obra fue total o al menos parcialmente escrita en griego.

Es bien cierto que los rasgos literarios griegos de varias secciones no apuntan con igual fuerza a un original hebreo. Aún así, difícilmente podemos dudar que la totalidad del propio libro de Baruc en su forma griega existente parece una traducción. La evidencia lingüística es confirmada también por las siguientes consideraciones:

  • Es muy probable que Teodosión (finales del siglo II d.C.) tradujese el Libro de Baruc de un original hebreo.
  • Existen varias notas marginales del texto Siro-Hexaplar afirmando que algunas palabras en el griego "no se encuentran en el hebreo".
  • Baruc 1:14 dice que el libro se había redactado para ser leído públicamente en el Templo; por lo tanto, debe haber sido escrito en hebreo para tal propósito.

Aparte de esta unidad respecto a su lenguaje original, Baruc presenta una cierta unidad en el punto asunto-materia, por eso la mayoría de los que sostienen que toda la obra fue primitivamente escrita en hebreo admiten también su unidad de composición. Sin embargo, en el libro de Baruc hay muchos rastros del proceso compilatorio donde las varias partes fueron aparentemente reunidas. Ciertamente es muy grande la diferencia literaria entre 1-3:8 por un lado y 3:9-5 por el otro, y tomada junto con la manera abrupta con que se introduce el panegírico de la Sabiduría (3:9), sugiere una diferencia respecto al original. Las dos confesiones de los pecados que condujeron al exilio en 1:15; 3:8 son colocadas lado a lado sin ninguna transición natural. Son considerables las diferencias literarias entre 3:9-4:4 y 4:5-5:9, y al comienzo de la tercera sección en el 4:5 no es menos abrupta que la de la segunda en el 3:9. De nuevo, la introducción histórica parece haber sido escrita como prefacio sólo a 1:15-2:5.

En vista de éstos y otros hechos, los críticos contemporáneos generalmente creen que la obra es producto de un proceso compilatorio, y que su unidad se debe al editor final que reunió los diferentes documentos, los cuales, obviamente se refieren al exilio.

Tal método de composición literaria no entra necesariamente en conflicto con la autoría tradicional del Libro de Baruc. Muchos de los escritores sagrados de la Biblia fueron compiladores y Baruc puede y debe ser nombrado entre ellos, de acuerdo con los estudiosos católicos que admiten el carácter compilatorio de la obra adscrita a él.Los católicos basan su opinión principalmente en tres puntos:

  • El libro es atribuido a Baruc por su título.
  • Siempre se la ha considerado obra de Baruc por tradición.
  • Su contenido no presenta nada que pudiera ser posterior a la época de Baruc o que pudiese ser considerado ajeno al estilo y manera de ese fiel discípulo y secretario de Jeremías.

En contra de esta opinión, los no católicos argumentan:

  • Que su base esencial es simplemente el título del libro.
  • Que el título mismo no está en armonía con el contenido histórico y literario de la obra.
  • Que ese contenido, cuando es imparcialmente analizado, apuntan a un compilador muy posterior a Baruc; de hecho, algunos de ellos llegan tan lejos como a atribuir la composición del libro a un escritor que vivió 70 años d.C.

Los católicos fácilmente refutan esta última fecha para el Libro de Baruc; pero no se deshacen fácilmente de las dificultades que han aparecido contra su propia atribución de todo la obra a Baruc. Generalmente, los estudiosos católicos consideran sus respuestas como suficientes. Sin embargo, si alguno las juzgara inadecuadas y por lo tanto,considerase el libro de Baruc obra de algún escritor posterior, el inspirado carácter del libro aún permanecería, con tal que este último editor sea considerado como inspirado en su trabajo de compilación.

El Concilio de Trento declaró que el libro de Baruc es un escrito "sagrado y canónico"; un estudio cuidadoso del canon de la Biblia demuestra que tiene tanto o más derecho a ser considerado "inspirado por Dios" como cualquier otro libro de la Sagrada Escritura.

Su interpretación al latín en nuestra Vulgata se remonta a la antigua versión latina anterior a San Jerónimo y es tolerablemente literal del texto griego.[2]

Apocalipsis siríaco de Baruc[]

El Apocalipsis siríaco de Baruc, también conocido como Libro II de Baruc, o 2 Baruc, es un escrito apócrifo israelita del Antiguo Testamento de finales del siglo I, después de la caída de Jerusalén (año 70) o de comienzos del siglo II. Aunque es considerado apócrifo, y ni para el judaísmo ni para el cristianismo hace parte del canon bíblico, se encuentra en la Peshitta, la versión siríaca de la Biblia. Tiene 87 capítulos.

Aunque el Libro de Jeremías canónico presenta a Baruc como secretario de Jeremías, el Apocalipsis de Baruc lo trata no sólo como profeta, como el Libro de Baruc, sino que además le otorga un papel aún más importante que el de Jeremías. Este libro apocalíptico tiene un estilo similar a las escrituras atribuidas a Jeremías, una mezcla de oraciones, lamentaciones y visiones.

Los eruditos lo consideran como una reacción a la caída de Jerusalén, y particularmente del Templo. Según el texto, los objetos sagrados del Templo fueron rescatados de la destrucción por ángeles, y están reservados para cuando sea reconstruido.

La primera parte del libro se estructura en tríadas; tres ayunos, cada uno seguido por tres visiones y luego por tres discursos al pueblo. Las visiones son notables para su discusión de la teodicea, el problema del mal, y un énfasis en el predestinación. En los capítulos 56 y 74, el ángel Ramiel hace una interpretación mesiánica de la visión de Baruc de «las aguas negras y las aguas blancas», descifrando el sentido de la historia del pecado y la redención.

La segunda parte del texto es una larga carta de Baruc a «las nueve y media tribus» (76-86), que muchos eruditos creen que era originalmente un documento separado, que discute la importancia y la primacía de la Ley judía.

Apocalipsis griego de Baruc[]

El llamado Apocalipsis griego de Baruc, también conocido como Libro III de Baruc o 3 Baruc, es un escrito apócrifo israelita del Viejo Testamento, atribuido a Baruc, escriba y secretario del profeta Jeremías durante el exilio en Babilonia (s. VI a. C.). Fue escrito en griego a finales del s. I o a comienzos del II. Pertenece al género apocalíptico.

En la historia que se narra en el libro, Baruc se lamenta por la caída de Jerusalén (587 a. C.). Un ángel lo acompaña en un viaje al cielo, donde encuentra demonios y ángeles, después a Miguel, y luego reencuentra el templo celeste.[1]

Referencias[]

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