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Epístola a los Filipenses
Datos básicos
Autor Pablo de Tarso y Timoteo
Fecha Año 56 o 61í lo señala la misma carta
Lugar Éfeso o Roma
Idioma Griego koine
Abreviatura Fil
Números
Capítulos 4
Versículos 104
Nombre
Más datos
Testamento Nuevo Testamento
Sección Epístolas

La Epístola a los Filipenses es el undécimo libro del Nuevo Testamento.Pablo y Timoteo primero visitaron Filipos, en Grecia, durante el segundo viaje misionero de Pablo, que ocurrió aproximadamente entre 49 y 51 d. C. Filipos era la ubicación de la primera comunidad cristiana establecida en Europa.[1]

Datación y lugar

Las dataciones de la Epístola a los Filipenses suelen agruparse según se sostenga que fue escrita en Éfeso hacia el año 56, en Cesarea (58-60) o en Roma (61). Según la datación tradicional, la epístola habría sido escrita alrededor del año 60 a 62 d. C., desde la prisión en Roma, la denominada «primera prisión».

Se sabe que fue redactada en prisión porque así lo señala la misma carta, al hacer referencia a sus «prisiones» o «cadenas» (1:7; 1:12-17) y al «pretorio» (1:13). La datación tradicional sostiene que el primer período de prisión de Pablo en Roma data del 59 d. C. al 61 d. C.

La gran mayoría de los autores modernos datan la carta más tempranamente. Joseph A. Fitzmyer señala que la Epístola a los filipenses habría sido escrita muy probablemente a raíz de un encarcelamiento en Efeso, ca. 56 d. C. Vidal García la data de 53-54, también en la prisión de Pablo en Éfeso, y no en las posteriores en Cesarea y en Roma. También la Escuela bíblica y arqueológica francesa de Jerusalén data esta carta de la prisión de Éfeso en 56-57 d. C.

Las alusiones al pretorio (1:13) y a la «casa del César» (4:22) no ofrecen dificultad, porque había destacamentos pretorianos en todas las grandes ciudades —tal el caso de Éfeso— y no solo en Roma.[2]

No hay no sombra de duda de que la Epístola a los Filipenses fue escrita durante la cautividad del Apóstol. Más aun, es cierto que fue escrita no en Cesarea, como algunos mantienen, sino en Roma (62-64 d. C.). Tal es la opinión casi unánime hasta de los que dicen que las otras tres epístolas de la cautividad fueron escritas en Cesarea.

Los críticos no se ponen de acuerdo si fue escrita al principio de su estancia en Roma o al final, antes o después de las otras tres epístolas de la cautividad. La mayoría se inclinan hacia el segundo punto de vista. [3]

Contenido

Se interpreta que Pablo escribió esta carta desde la prisión de Éfeso. Los Hechos de los Apóstoles mencionan que tuvo problemas en aquella ciudad con Demetrio y los plateros (Hch 19:23-40). A esta situación parece aludir cuando dice:

  • En mis prisiones, en mi defensa y en la confirmación del Evangelio sois todos participantes de mi gracia.

Insiste en ello poco después cuando dice: mis cadenas se han a conocer en todo el pretorio (1:13-14).

San Pablo exhorta a los Filipenses a mantener la unidad y la paz en su comunidad, y a tal fin los invita a seguir el ejemplo de humildad dado por el Señor: «Tened entre vosotros los sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús. Él, a pesar. . . » (v. 5); estas palabras enlazan con el texto del Cántico que para Nácar-Colunga es de extrema importancia dogmática porque en él se declara el triunfo de Cristo por la cruz y el anonadamiento sin dejar de ser Dios. Se rebajó, por eso Dios lo levantó.

Pablo está urgiendo a la comunidad de Filipos la unidad eclesial, cuyo presupuesto básico es la humildad (2:1-4). Les propone ahora, como acicate, un formidable ejemplo: la humillación de Cristo que desemboca en su glorificación. Los vv. 6-11 constituyen un precioso himno a Jesucristo. En él aparecen los elementos característicos de los himnos cristológicos. El tema central de la perícopa es el contraste entre la humillación de Cristo y la gloria de su resurrección, por la que queda constituido Señor de cielos y tierra.

Pablo piensa en el Cristo histórico, en el complejo teándrico: Dios y hombre. Pues bien, como Hijo de Dios, tenía por esencia todos los atributos divinos. Pudo haber manifestado exteriormente la gloria, que desde siempre poseía, y, por lo tanto, aparecer glorioso en su humanidad. Pero no lo hizo así. Hecho hombre, asumió la condición puramente humana, como uno de tantos, cargado con las debilidades comunes a los mortales, excepto el pecado. Su humillación culminó en la obediencia a la muerte de cruz. Por este anonadamiento y obediencia, el Padre lo glorificó constituyéndolo sobre toda la creación, y ordenando que toda criatura reconozca a Jesucristo como Señor, como Dios.

En Cristo se cumplió, como en ningún otro, lo que él había advertido a los demás: «El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido» (Mt 23, 12).

Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre. (3:1-2)

La carta a los filipenses tiene una cesura de carácter que no pasa desapercibida. Se puede decir que transcurre plácidamente cuando, de pronto, Pablo espeta: Estas advertencias y el polémico contenido que viene después sustenta la hipótesis de que esta epístola es en realidad una fusión de dos cartas independientes o que fue escrita con alternancia de dos estados de ánimo diferentes. Los capítulos 1 y 2 serían de la carta laudatoria y el capítulo 3 de la carta polémica. En cuanto al capítulo 4 es en su mayor parte tranquilo aunque algunos versículos pueden considerarse como pertenecientes a la polémica.

Filipenses 3:5-6 contiene unos apuntes biográficos donde Pablo declara su origen judío, en concreto de la raza de Israel, de la tribu de Benjamin. Añade, además, que es por la ley, fariseo. Este dato tiene su complemento en el libro de los Hechos donde se dice que fue alumno de Gamaliel, un reputado escriba conocido también a través de fuentes judías.

Pablo mantenía una relación especial con la comunidad de Filipos que Pablo recuerda agradecido. Afirma que Filipos se hacía cargo de su debe y de su haber, es decir, que le pagaba sus deudas y que sostuvieron su actividad en Tesalónica. Este hecho es también recordado en 2 Corintios 11:7-9. [4]

No hay que buscar en esta epístola un plan definido o una visión clara. La carta es una sucesión de exhortaciones y efusiones.

Después de la introducción en la que se dirige a los obispos, diáconos y fieles, San Pablo se alegra de la excelente condición de la iglesia de los Filipenses y agradece que por sus limosnas han compartido el merito de su cautividad y la difusión del evangelio; los ama con amor intenso, deseando ardientemente y pidiendo urgentemente que Dios se digne completar en ellos la obra de la perfección.

Comienza Pablo dando noticias, en general muy satisfactorias respecto a su propia situación y la de la iglesia de Roma. Pero lo que relata respecto si mismo debe haber tenido la intención de ser una llamada tácita pero no por ello menos elocuente a la abnegación y al alejamiento, ya que se pinta a si mismo buscando en todas las cosas no su gloria o ventaja personal sino solamente la gloria de Cristo. Su cautividad se convierte para él en causa de gozo, puesto que sirve a la propagación del evangelio. ¿Qué le importa a él que el evangelio sea predicado por indignos celos, si es predicado?. Si se le diera a elegir no sabe si prefiere la vida o la muerte; la vida le permita hacer el bien a las almas, y la muerte que será el testimonio por Cristo y le unirá a El. Sin embargo, piensa que será liberado y podrá aun trabajar por el progreso de los Filipenses.

Les exhorta más directamente a llevar una vida digna del Evangelio y especialmente para estar de acuerdo y con abnegación por el ejemplo de Cristo que estando en forma de Divinidad y poseyendo la suprema independencia sin embargo, por nuestro bien, se aniquiló a sí mismo y asumió la condición de esclavo, sometiéndose a la muerte; por el deseo de un premio celestial tal como Cristo lo recibió.

Concluye repitiendo so exhortación general a la perfección cristiana y afirmando que daría alegremente su vida para conseguírsela a ellos. El Apóstol dice a los Filipenses que tan pronto como sepa el resultado de sus asuntos les enviará a Timoteo, su devoto compañero, que está tan bien dispuesto sobre los Filipenses;mientras tanto les envía a Epafrodito, so colega en los trabajos y su delegado ante él; les pide que lo reciban con alegría y que le honren mucho por el amor que les lleva y el peligro de muerte al que se expuso mientras cumplía su misión.

Deseando abreviar o concluir la epístola Pablo comienza la conclusión, pero repentinamente la interrumpo para poner de nuevo en guardia a los Filipenses contra los maestros judaizantes lo que hace presentándoles su propio ejemplo: ¿No tiene él todos los beneficios y títulos en las que acostumbran a gloriarse los judaizantes y muchos más? Pero todo lo ha despreciado y rechazado y contado como deshechos para poder ganar la verdadera justicia y perfección, que se aseguran no por las obras de la ley, sino por la fe. El no había conseguido aún esta perfección, es verdad, pero nunca ha dejado de ir hacia ella y hacia el premio que Dios le dará, refutando así con su propio ejemplo a los que en su orgullo se llaman a si mismos perfectos; incita a sus lectores a imitarle y a que no sigan a los que amando las cosas de este mundo, tienen hábitos depravados.

Pablo añade a esta exhortación general una admonición especial. Pide a dos mujeres, Evodia y Sintaque, que busquen la concordia y exhorta a todos a la alegría espiritual, urgiendo la observancia de la bondad y amabilidad entre ellos, ordenándoles que no se dejen alterar por nada, pero que recurran a Dios en sus preocupaciones y que traten de conseguir la perfección cristiana en todas las cosas.

Pablo concluye esta epístola con una renovación más explicita de su agradecimiento a los Filipenses por sus limosnas, usando las expresiones más delicadas y haciendo de su forma de aceptarlas una exhortación final a la renuncia y abnegación. A esto le sigue la doxología y los saludos. Especialmente notables son sus saludos a los de la familia de servidores del emperador.

Critica interna

Las dificultades sacadas de la misma epístola, que algunos autores han presentado contra la tradición, son equívocas, como se admite por los más prominentes racionalistas y protestantes.

  • Lenguaje y estilo: Los hapax legomena (que se dan unas cuarenta veces) nada demuestran contra el origen paulino de la epístola, puesto que una cantidad similar reencuentra en otras epístolas ciertamente auténticas. Más aún, ciertas palabras (alrededor de veinte) muy peculiares en las epístolas de San Pablo, ciertas formas de expresión, figuras, método de estilo y repeticiones de palabras demuestran el carácter paulino de la epístola.
  • Doctrina: Las dos principales objeciones presentadas por Holsten han hallado poco crédito entre los exégetas, mientras que Holsgten en su obra concede que la teología de la Epístola a los filipenses es completamente paulina. De hecho la Cristología de Filipenses, que presenta a Cristo preexistente en forma de Dios y hecho hombre en la Encarnación, no contradice a la Primera Corintios (15:45), que describe a Cristo resucitado como hombre celestial, vestido con su cuerpo glorificado, o la de las otras epístolas que en una forma más simple también nos muestra a Cristo preexistente como un ser divino hecho hombre en la Encarnación (Gal. 4:4; Rom. 7:3; 2 Cor. 8:9). La doctrina sobre la justificación por la fe y no por las obras establecida en la Epístola a los Romanos y en Gálatas, no se contradice en ésta; si de hecho San Pablo habla aquí de justicia legal es obvio mostrar su falta de poder y su inutilidad.

La unidad e integridad de la Epístola ha sido también negada o puesta en duda por otros autores. Völter y Spitta mantenían que esta epístola es una compilación de otra auténtica a los Filipenses y una apócrifa escrita alrededor del año 120. Clamen vio en ella una compilación de dos epístolas auténticas. Todas estas teorías han tenido poco éxito mientras que los argumentos que se han presentado a su favor, por ejemplo, la doble conclusión mezclada con detalles personales, consejos morales, instrucciones doctrinales etc. Están suficientemente explicados por el carácter familiar y consiguientemente libre y sin restricciones de la Epístola.

Motivo

Los filipenses, muy queridos de San Pablo ya le habían enviado en variadas circunstancias ayuda y, al saber que estaba preso en Roma, enviaron a Epafrodito, uno de ellos, para llevarle limosnas y ayudarle en sus necesidades. San Pablo lo recibió con alegría, regocijándose en los sentimientos de afecto y cristianos de los Filipenses y en general por la condición satisfactoria de su iglesia como le comunicaba Epafrodito. Puede que éste fuera su compañero y asistente en Filipo o, al menos, lo fue en Roma, pero enfermó peligrosamente y estuvo a punto de morir. Esto produjo tristeza en los filipenses y en cuanto se recuperó tenía deseos de volver a casa.

Pablo naturalmente se apresuró a enviarle y aprovecho la oportunidad de enviar con él una carta a los fieles y a las autoridades de su iglesia. En esta carta, probablemente escrita al dictado por Timoteo, Pablo expresa sus sentimientos de alegría y gratitud que atesora en relación a los filipenses. Esta es la clave de la carta. Es una manifestación de su corazón, que respira una intimidad paternal totalmente espontánea en su amante corazón el Apóstoles se manifiesta completamente y el tono afectivo, la sinceridad y delicadeza de sentimientos deben haber encantado a sus lectores y ganando su admiración y amor.

De ahí que esta carta sea mucho mas epistolar en su estilo que otras de San Pablo. Expresiones familiares de gozo y gratitud se mezclan con reflexiones dogmáticas y exhortaciones morales y es inútil buscar un arreglo ordenado y secuencias estrictas.

Por otra parte, aunque la condición general de la iglesia de los Filipenses era excelente y San Pablo no tenía que tratar de grandes vicios, aunque había cosas que no eran completamente satisfactorias y que producían aprensión. Pablo había oído que el orgullo y vanagloria de algunos, especialmente de dos mujeres, Evodia y Sintaque, habían causado malos entendimientos y rivalidades. Además les amenazaba un peligro más serio y mayor, quizá por parte de los judaizantes que, aunque no se necesita asumir que estuvieran presentes e hicieran proselitismo en el mismo Filipos al parecer habían diseminado sus vanas doctrinas por las regiones vecinas. De ahí las exhortaciones a la caridad fraterna y a la concordia así a no ser interesado.

Pablo basa estas exhortaciones en exaltadas consideraciones dogmáticas tomando como ejemplo a Cristo, al mismo tiempo les propone el ejemplo de su forma de pensar y actuar que no tiene mas que un propósito, la gloria de Dios y Cristo. Pero cuando advierte a los Filipenses contra los judaizantes el tono es de profunda tristeza e indignación que caracteriza la Epístola a los Gálatas.[5]

Copia manuscrita antigua

La copia más antigua que se conserva de la Epístola a los filipenses es el papiro 16. Contiene los pasajes 3:10-17 y 4:2-8. Ese manuscrito fue datado paleográficamente de finales del siglo III. Fue descubierto por Grenfell y Hunt en Oxirrinco en 1910.[2]

Referencias

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